Serie: Itaewon class

Itaewon class | Netflix | 2020 | 70 min. | 16 episodios

En un barrio de Seúl, un exconvicto y sus amigos se enfrentan a un gran rival para hacer realidad sus ambiciosos sueños de tener un próspero restaurante.

¿No os pasa que cuando queréis hablar de algo que os ha gustado muchísimo, no sabéis cómo hacerlo? Pues eso me pasa con esta serie.

La empecé sin tener ni idea de qué me iba a encontrar y me fascinó desde el primer momento. El primer capítulo es brutal, con una cantidad de emociones juntas que no sabía cómo manejarlas todas al mismo tiempo. Y eso es algo muy bueno: un primer capítulo que no me deje indiferente, es algo muy positivo.

Las historias detrás de las relaciones entre los personajes, son brutales. Lo mejor de esta serie es sin duda el personaje principal (Saeroyi) y todas las historias que se van desvelando a lo largo de los capítulos.

Saeroyi se merece todo lo bueno que le pase en la vida, con tanto drama en tan poco tiempo, la cárcel, todo lo que lucha persiguiendo su sueño, la madurez y humildad que demuestra día tras día incluso ante personas que no lo merecen. Saeroyi es el personaje más completo que he visto jamás.

He tenido mis luchas internas con ciertos personajes pero al final acabas dándote cuenta de que no todo el mundo puede ser igual, no todos pueden actuar de la misma forma desinteresada y que aunque hagan cosas que no están bien, en realidad actúan en su propio beneficio, ¿y quién no lo hace? Y a esta conclusión he llegado una vez terminada y una vez me he parado a reflexionar que no todos pueden ser buenas personas de una forma tan natural, sino que lo son a su manera, y para ellos eso es suficiente. Aunque para el resto no lo sea.

Qué variedad de personajes, historias personales y escalas de grises engloba esta serie. No es una historia de amor y eso es lo que más me ha gustado de todo. Es el viaje lleno de obstáculos de un chico que no ha tenido una vida fácil. Me encantó la entereza que muestra ante todo lo que le toca vivir, las ganas de seguir.

Mis respetos también por la aparición de un personaje trans y la naturalidad con la que se trata, y más sabiendo cómo es la cultura coreana.

Tenía miedo por el final, porque todo se acaba torciendo por completo en los últimos capítulos (cosa muy común en los doramas) y creía que no iba a dar tiempo a solucionarse nada. Demasiada tensión en tan poco tiempo. Pero es un final a la altura de la serie.

Ojalá poder volver a verla desde cero.