Desde ese momento, el monstruo lo siguió en todos sus pasos: cuando se levantaba, cuando desayunaba e iba al instituto, cuando hacía los deberes y dibujaba a una niña pecosa que le hacía cosquillas en la piel, también cuando se duchaba y al ir a dormir.
El monstruo estaba allí, observándolo, muy cerca.
Y no se apartó de él hasta el final de esta historia.
Me animé a leerlo porque sigo a la autora en redes y siempre que puedo me gusta apoyar a las autoras que autopublican. La sinopsis a mí me dio aires de hablar sobre salud mental así que me lancé.
La sinopsis no hace justicia a todo lo que hay dentro de esta historia. Pero está claro que dar más detalles dejaría la historia contada. Yo sí añadiría algún aviso porque este libro no es para todo el mundo.
No es una mala historia, ni muchísimo menos. Me enganchó muchísimo desde el principio, se lee súper bien y pasan cosas que te dejan con la mosca detrás de la oreja. El pero que yo le pongo es que tiene faltas de ortografía a mansalva. Por no hablar de la maquetación que tienen los diálogos y el libro en general (sin espacios entre párrafos, ni sangrías al inicio de ellos, los diálogos con una sangría completa en el margen izquierdo en lugar de solo la primera línea).
Si esto se hubiera sumado a una historia aburrida e insulsa, habría acabado abandonando el libro. Sin embargo, el libro tiene buen ritmo y el final no me lo vi venir al 100%. Me ha gustado mucho a pesar de no ser el tipo de lecturas que ahora mismo consumo, y vuelvo a repetir que este libro no es para todo el mundo. Tiene escenas sangrientas que aunque no son excesivamente gráficas, si no estás acostumbrado a encontrártelas de sorpresa (como yo) te van a incomodar.
En definitiva, una historia dura, con personajes muy bien perfilados, una trama intrigante y sorprendente de principio a fin.